SUMARIO


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La cantidad de trabajo que hay detrás de una sentencia se puede comprobar viendo el volumen que ocupa un sumario, en este caso el del asesinato de los abogados laboralistas de Atocha por pistoleros de ultraderecha en 1977 en Madrid. En contraste al veredicto de culpabilidad que se emitió, el entorno de los terroristas tenía clara su sentencia de antemano: los procesados eran inocentes, había que liberarlos, y lo resumían en una simple pegatina.

Una labor policial y judicial rigurosa es imprescindible para que la condena sea justa. Alejandro Ruiz-Huerta, superviviente de la masacre de Atocha, relata las luces y las sombras de aquel proceso que tiene sus ecos en la actualidad.

Alejandro Ruiz-Huerta. Sumario

«Agradezco al Memorial de Víctimas del Terrorismo por su esfuerzo para visibilizar a todas las víctimas.

Atocha, igual que la Luna, tuvo sus caras ocultas, sus luces y sus sombras. Desde 1977 en que ocurrió el criminal atentado, hasta noviembre de 2020, en que fue puesto en libertad, rodeado de múltiples irregularidades, uno de los responsables directos, después de haber huido de la justicia varias veces, ha habido permanentes sombras en la acción judicial.

Al principio había algunas luces, las rápidas detenciones de implicados, lo que no era habitual entonces. Y un juicio en 1980 suficientemente justo. Se condena a 193 años de cárcel a los tres responsables directos, aunque sólo podían cumplir 30 años y penas menores a otros cuatro funcionarios del Sindicato Vertical del Transporte, que estaba detrás de los asesinos.

Sombras como la del juez Gómez Chaparro, que, saltándose las normas, puso en libertad a uno de los implicados, lo que aprovechó para huir.

Fueron culpables de asesinato y terrorismo, junto a otros delitos menores, y se consideró que formaban banda armada contraria al proceso democrático.

Hubo problemas para que pudieran testificar algunos de los personajes de la extrema derecha que podrían estar implicados. Lo impidieron los jueces.

No hubo tampoco seguridad alguna para protegernos, puesto que los sobrevivientes éramos testigos clave.

Pero era una de las primeras veces en que se sentaba en el banquillo al franquismo, y al final, terminó con una errática y poco clara intervención judicial, los últimos meses de 2020, para conceder la libertad al último responsable, que solo cumplió apenas 14 años. Nos causó hondo malestar y desesperanza en la justicia, y todo eso, en mi opinión, afecta al propio Estado de derecho en España.»